Y lo único que quieres es llorar. Llorar y que te vea. Devolverle un poquito el daño que te ha hecho. Que se sienta culpable, causarle arrepentimiento. Que consiga pensar ¿y si me equivoque? ¿y si lo hice mal? Preguntas que se harán al aire y este, como siempre, te responderá con un profundo silencio. Un silencio que te inunda y te impide respirar. Que consigue que te tapes los oídos, te eches al suelo y patalees. Pero no. Nada. Ni siquiera se da cuenta de que lloras. O igual sí y no le importa. En realidad me pregunto si le importa algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario